Era el año 1554, apenas 33 años después de la caída de Tenochtitlán, cuando Francisco Cervantes de Salazar, recién llegado de Toledo, España, comenzó a escribir sobre la vida en la joven capital de la Nueva España. Nacido hacia 1513-1514, Cervantes de Salazar viajó a México en los años 1550-1551. Lo que trajo consigo no fue solo su conocimiento de la gramática y la retórica, sino una visión única de la vida urbana, que convirtió a este humanista en el primer cronista chilango.
Un Académico y Humanista en el Nuevo Mundo
A su llegada, Cervantes de Salazar inició enseñando gramática latina en una escuela privada. Su dedicación a la enseñanza y su erudición rápidamente le abrieron las puertas en la Universidad Real y Pontificia de México, la primera de América, fundada en 1553. Allí obtuvo la cátedra de retórica, que ocupó hasta 1557, y comenzó a construir un legado académico que se extendió hasta su papel como rector en dos ocasiones. En 1558, fue nombrado cronista de la Ciudad de México, un título que hoy nos lleva a considerarlo el primer observador atento de las calles chilangas.
Los Diálogos Latinos de México: Un Testimonio de la Ciudad en 1554
Es en sus “Diálogos Latinos,” publicados en 1554, donde Cervantes de Salazar inmortalizó una serie de conversaciones sobre la vida cotidiana en la ciudad. Estos diálogos fueron escritos en latín, el idioma de la erudición en su época, con la intención de ser ejercicios para estudiantes de gramática. Sin embargo, los textos de Cervantes son mucho más que simples manuales; son una crónica cultural y un reflejo de la vida en una ciudad que intentaba encontrar su identidad entre lo indígena y lo europeo.
El Diálogo sobre la Universidad: Un Reflejo de Sabiduría en el México Colonial
Uno de sus diálogos más destacados describe la recién fundada Universidad de México. En este diálogo, los personajes Gutiérrez y Mesa discuten no solo las características físicas de la institución, sino también el valor del conocimiento en un entorno donde “la codicia impera.” Cervantes usa este intercambio para resaltar la importancia de la educación y para criticar suavemente la sociedad colonial. Mesa argumenta que, a pesar de la codicia, la sabiduría y el aprendizaje prevalecen, una lección que parece resonar hasta nuestros días en una ciudad que sigue luchando por equilibrar sus ideales con su realidad.
Un Paseo por las Calles de México: Historia y Cotidianeidad
Otro de los diálogos nos lleva a un recorrido por la ciudad de México en 1554, comenzando desde la calle de Santa Clara (ahora Tacuba) y avanzando hacia la Plaza Mayor, el actual Zócalo. Acompañado de los personajes Zuazo y Zamora, el recién llegado Alfaro observa la vida bulliciosa de la ciudad: desde los artesanos y comerciantes que pueblan la Plaza Mayor hasta los edificios coloniales que comienzan a dibujar la silueta de la ciudad. Cervantes de Salazar describe la muchedumbre de personas a pie y a caballo, los oficios y gremios que componen el paisaje urbano —herreros, zapateros, tejedores—, y el constante fluir de la vida en una ciudad que apenas empezaba a definirse.
Este diálogo, además de ser una guía por las calles del México colonial, ofrece un vistazo a la sociedad de la época, donde conviven las costumbres españolas e indígenas. Uno de los puntos más emotivos es cuando Alfaro exclama al ver la Plaza Mayor: “¡Dios mío, cuán plana y extensa, qué alegre, qué adornada de altos y soberbios edificios!” Para Cervantes de Salazar, la ciudad de México era un espectáculo de diversidad cultural y arquitectónica, una joya en la vastedad del Nuevo Mundo.
Chapultepec y los Alrededores de la Ciudad
El tercer diálogo nos transporta al campo que rodea la ciudad, en un paseo hacia el cerro de Chapultepec. Aquí, los personajes comentan la naturaleza del lugar y sus significados históricos, desde los jardines que alguna vez pertenecieron a Moctezuma hasta el antiguo adoratorio donde se rendía culto a los dioses. Cervantes de Salazar, a través de sus personajes, expresa una visión optimista sobre la llegada de los españoles y su papel en la transformación de la región. Sin embargo, este optimismo se mezcla con la añoranza de las tradiciones y conocimientos indígenas que poco a poco se iban perdiendo.
Una Ciudad Entre Dos Mundos
Las observaciones de Cervantes de Salazar capturan la esencia de la ciudad en un momento crucial de su historia. En estos diálogos, la ciudad de México es un espacio donde coexisten los majestuosos edificios coloniales y las humildes casuchas indígenas, un lugar donde el comercio, la educación y la cultura comienzan a florecer. Su descripción de los mercados —donde se venden desde frutas exóticas hasta gusanos como alimento— nos muestra una ciudad vibrante y multicultural, un crisol de tradiciones.
Incluso en sus conversaciones sobre temas aparentemente simples, como los horarios de las clases o la dieta cotidiana, Cervantes de Salazar revela la riqueza y la complejidad de una sociedad en transformación. Nos habla de los nombres en náhuatl de las frutas y plantas que le resultan extraños al recién llegado Alfaro, recordándonos que México era, y sigue siendo, una tierra de mestizaje y encuentros culturales.
Legado de Cervantes de Salazar en la Ciudad de México
Francisco Cervantes de Salazar falleció en la Ciudad de México el 14 de noviembre de 1575, dejando un legado que todavía resuena en el corazón de la ciudad. Su “Crónica de la Conquista de la Nueva España” y sus “Diálogos Latinos” son documentos esenciales para comprender la vida y el entorno de la ciudad en sus primeros años. Al leer sus diálogos, podemos visualizar la ciudad que alguna vez fue: una urbe en construcción, llena de esperanza y conflicto, de aspiraciones y desafíos, y sobre todo, de una mezcla única de personas, costumbres y saberes.
El lector actual encuentra en sus textos una ventana a una Ciudad de México de calles empedradas y plazas atiborradas, una ciudad que es a la vez exótica y familiar, antigua y eterna. En cada rincón, desde la Plaza Mayor hasta Chapultepec, Cervantes de Salazar documentó una urbe que se encontraba entre dos mundos, y que en su tiempo, como ahora, sigue construyéndose día a día.
Francisco Cervantes de Salazar, primer cronista chilango, fue más que un observador; fue el testigo de una ciudad que se gestaba a sí misma. Sus diálogos, cargados de humanidad y sabiduría, siguen siendo, hasta el día de hoy, un recordatorio de que las calles de la Ciudad de México, con su bullicio y su misticismo, nunca dejan de tener historias por contar.
Autor
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Christian Ramírez Carrillo es un cronista y narrador visual que explora las historias escondidas en cada rincón de la Ciudad de México. Ha trabajado en varios países en Consultoría y es fundador de proyectos culturales como el Museo Puertas Abiertas y La Transformación, Christian combina su pasión por la fotografía con un profundo interés en el tejido social de la ciudad. Desde su perspectiva, la crónica es una forma de rescatar la identidad de la ciudad, capturando momentos que reflejan tanto lo efímero como lo eterno, hablar de la historia es entender que todos somos parte de ella. En Calles Chilangas, su lente se posa sobre lo cotidiano para revelar las conexiones entre las personas, el espacio y la historia, invitando al lector a ver la Ciudad de México como un ser vivo, cambiante y rebosante de relatos. Su trabajo, en el que el arte y la palabra se encuentran, ofrece una puerta abierta a las historias que dan forma a esta metrópoli compleja y fascinante.
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