Una de las iglesias más hermosas del Centro Histórico de las Calles Chilangas es la iglesia de La Profesa, que dentro de su pinacoteca guarda una escultura que parece inocente: la Virgen de la Purísima. A simple vista es un ícono religioso, pero detrás de ella se esconde uno de esos relatos que la ciudad repite en voz baja, con la misma fascinación que con los chismes de vecindario: dicen que la Virgen fue inspirada en una mujer de carne y hueso, la mismísima Güera Rodríguez.

María Ignacia Rodríguez de Velasco, bautizada por la posteridad como La Güera Rodríguez, nació en 1778 y desde joven fue el centro de todas las miradas. Su belleza se volvió legendaria y su carácter, temido. Decían que sabía moverse con la misma naturalidad en los salones de la nobleza que en las tertulias políticas.
La historia la pinta como “la Marilyn Monroe de su época”: amante, confidente o cómplice de personajes como Agustín de Iturbide o hasta Simón Bolívar. Se le acusaba de ser demasiado libre, demasiado moderna, demasiado peligrosa para la moral de su tiempo. La Inquisición la investigó por “inclinación al adulterio” y, aún así, sobrevivió a los juicios, que después platicaremos un poco más.
El escultor y la musa
Aquí entra en escena Manuel Tolsá, el arquitecto y escultor español que dejó huella en la Ciudad de México con el Palacio de Minería y el famoso Caballito de Carlos IV. Según la tradición popular, cuando talló la Virgen de la Purísima de La Profesa, se inspiró en el rostro y la figura de La Güera Rodríguez.


¿Una santa con el cuerpo de una cortesana? Para muchos, un escándalo. Para otros, una deliciosa ironía de la historia. La imagen habría quedado ahí, en pleno templo, con la belleza de una mujer que también fue símbolo de la Independencia.
Los archivos, sin embargo, cuentan otra cosa: no existe documento alguno que confirme que Tolsá usó a La Güera como modelo. Los historiadores más serios, como Silvia Marina Arrom, lo colocan en el terreno de la leyenda. Pero ¿qué sería de las Calles Chilangas sin sus mitos? Aquí la memoria se alimenta tanto de los hechos como de los rumores que sobreviven al paso de los siglos.
Si hoy caminas por la calle de Madero y entras a La Profesa, verás la escultura de la Virgen de la Purísima. Tal vez la mires de frente y te preguntes: ¿es solo una obra maestra del arte novohispano, o un retrato disfrazado de la mujer más deseada y polémica de su tiempo?

En el silencio de la iglesia, la respuesta importa poco. Lo cierto es que La Güera Rodríguez sigue viva en el imaginario chilango: como musa, como conspiradora, como amante, como santa apócrifa. Su rostro, real o imaginado, sigue ahí, recordándonos que en esta ciudad la historia nunca está completa sin un poco de leyenda.
Autor
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Christian Ramírez Carrillo es un cronista y narrador visual que explora las historias escondidas en cada rincón de la Ciudad de México. Ha trabajado en varios países en Consultoría y es fundador de proyectos culturales como el Museo Puertas Abiertas y La Transformación, Christian combina su pasión por la fotografía con un profundo interés en el tejido social de la ciudad. Desde su perspectiva, la crónica es una forma de rescatar la identidad de la ciudad, capturando momentos que reflejan tanto lo efímero como lo eterno, hablar de la historia es entender que todos somos parte de ella. En Calles Chilangas, su lente se posa sobre lo cotidiano para revelar las conexiones entre las personas, el espacio y la historia, invitando al lector a ver la Ciudad de México como un ser vivo, cambiante y rebosante de relatos. Su trabajo, en el que el arte y la palabra se encuentran, ofrece una puerta abierta a las historias que dan forma a esta metrópoli compleja y fascinante.
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